jueves, 5 de enero de 2012

Palabras Gastadas

Adeus,

Já gastámos as palavras pela rua, meu amor,
e o que nos ficou não chega
para afastar o frio de quatro paredes.
Gastámos tudo menos o silêncio.
Gastámos os olhos com o sal das lágrimas,
gastámos as mão à força de as apertarmos,
gastámos o relógio e as pedras das esquinas
em esperas inúteis.

Meto as mãos nas algibeiras
e não encontro nada.
Antigamente tínhamos tanto para dar um ao outro!
Era como se todas as coisas fossem minhas:
quanto mais te dava mais tinha para te dar.

Às vezes tu dizias: os teus olhos são peixes verdes!
e eu acreditava.
Acreditava,
porque ao teu lado
todas as coisas eram possíveis.
Mas isso era no tempo dos segredos,
no tempo em que o teu corpo era um aquário,
no tempo em que os meus olhos
eram peixes verdes.
Hoje são apenas os meus olhos.
É pouco, mas é verdade,
uns olhos como todos os outros.

Já gastámos as palavras.
Quando agora digo: meu amor...,
já se não passa absolutamente nada.
E no entanto, antes das palavras gastas,
tenho a certeza
de que todas as coisas estremeciam
só de murmurar o teu nome
no silêncio do meu coração.
Não temos já nada para dar.
Dentro de ti
não há nada que me peça água.
O passado é inútil como um trapo.
E já te disse: as palavras estão gastas.

Adeus.


lunes, 5 de diciembre de 2011

Master 451

A veces uno tiene la impresión de que el mundo va al revés.
Entonces, lee. Fahrenheit 451: temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde.

¿Hay que temer a los bomberos?

-¿Sabe? No me causa usted ningún temor.
Él se sorprendió.
-¿Por qué habría de causárselo?
-Les ocurre a mucha gente. Temer a los bomberos, quiero decir. Pero, al fin y al
cabo, usted no es más que un hombre...
Montag se vio en los ojos de ella, suspendido en dos brillantes gotas de agua,
oscuro y diminuto, pero con mucho detalle; las líneas alrededor de su boca, todo
en su sitio, como si los ojos de la muchacha fuesen dos milagrosos pedacitos de
ámbar violeta que pudiesen capturarle y conservarle intacto. El rostro de la joven,
vuelto ahora hacia él, era un frágil cristal de leche con una luz suave y constante
en su interior. No era la luz histérica de la electricidad, sino... ¿Qué? Sino la
agradable, extraña y parpadeante luz de una vela. Una vez, cuando él era niño, en
un corte de energía, su madre había encontrado y encendido una última vela, y se
había producido una breve hora de redescubrimiento, de una iluminación tal que el
espacio perdió sus vastas dimensiones Y se cerró confortablemente alrededor de
s, transformados, esperando ellos, madre e hijo, solitario que la energía no
volviese quizá demasiado Pronto...
En aquel momento, Clarisse MeClellan dijo:
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-¿No le importa que le haga preguntas? ¿Cuánto tiempo lleva trabajando de
bombero?
-Desde que tenía veinte años, ahora hace ya diez años.
-¿Lee alguna vez alguno de los libros que quema?
Él se echó a reir.
-¡Está prohibido por la ley'
_¡Oh! Claro...
-Es un buen trabajo. El lunes quema a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a
Faulkner, conviértelos en ceniza y, luego, quema las cenizas. Este es nuestro
lema oficial.
Siguieron caminando y la muchacha preguntó:
-¿Es verdad que, hace mucho tiempo, los bomberos apagaban incendios, en vez
de provocarlos?
-No. Las casas han sido siempre a prueba de incendios. Puedes creerme. Te lo
digo yo.
-¡Es extraño! Una vez, oí decir que hace muchísimo tiempo las casas se
quemaban por accidente y hacían falta bomberos para apagar las llamas.
Montag se echó a reír.
Ella le lanzó una rápida mirada.
-¿Por qué se ríe?
-No lo sé. -Volvió a reírse y se detuvo-, ¿Por qué?
-Ríe sin que yo haya dicho nada gracioso, y contesta inmediatamente. Nunca se
detiene a pensar en lo que le pregunto.
Montag se detuvo.
-Eres muy extraña -dijo, mirándola-. ¿Ignoras qué es el respeto?
-No me proponía ser grosera. Lo que me ocurre es que me gusta demasiado
observar a la gente.

Se acerca las Navidades, y es época de recordar ciertas cosas: cuando la gente pregunta para qué sirve aquello que estudias o por qué haces algo, no debes tener dudas: estás justo en lo correcto.

PD: esto no sirve si eres un Bombero, un gestor en la aplicación de las llamas, si cursas el Máster de Profesorado.

lunes, 9 de mayo de 2011

Cuidado con elogiarlo todo


No me gustan los que se exceden elogiando a los que llaman "clásicos" sin apenas entenderlos, ni los que identifican antiguo con bueno; parecen, por desgracia sin serlo, filólogos del XIX.

Un diálogo ficticio:

-Paul Veyne en Séneca, una introducción:
"¿Los renacentistas no usaban capiteles de templos griegos paganos para iglesias cristianas? Yo quiero valerme de conceptos y pensamientos antiguos para darles un nuevo uso".

-Adolf Hitler: Yo ya he probado con la esclavitud porque "con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos".

El estoicismo, la filosofía del yo.

Séneca escribe en la Consolación a Helvia, su madre, a propósito de su destierro en Córcega motivado por un supuesto affaire adúltero con la hermana del enfermo Calígula, una tal Julia Livila:
La fortuna no te ha concedido que quedes libre de los más graves duelos, ni siquiera ha hecho una excepción con tu nacimiento: perdiste a tu madre justo cuando naciste, mejor dicho, mientras nacías, y en cierta manera, fuiste abandonada a la vida. Creciste bajo una madrastra a la que, gracias sin duda a tu obediencia y cariño, igual al que puede concebirse en una hija, obligaste a transformarse en madre, pero para cualquiera supone mucho una madrastra aunque sea buena. Perdiste a mi tío, hombre encantador, extraordinario, lleno de energía, cuando estabas esperando su llegada; y para que la fortuna no aligerase su crueldad con intervalos, al cabo de menos de treinta días, acompañaste los restos de tu amadísimo esposo, del que habías tenido tres hijos. Cuando todavía estabas de luto se te anunció la tragedia, en ausencia por cierto de todos tus hijos, como si a propósito se acumulasen todos los males en ese momento para que no hubiese donde tu dolor pudiera apoyarse. Paso por alto tantos peligros, tantos miedos; lanzándolos sobre ti sin tregua los soportaste: uno tras otro en el mismo regazo del que habías dejado marchar tres nietos, recogiste las cenizas de tres nietos; aún no habían pasado veinte días desde que habías enterrado a mi hijo, muerto en tus brazos, cubierto de besos, y escuchaste la noticia de que yo había sido desterrado; te faltaba todavía eso: llorar a los vivos.

domingo, 20 de febrero de 2011

Cernuda y J.R.J.

En clase de Teoría de la Literatura nos habían comentado de pasada que Juan Ramón Jiménez decía que los poemas de Cernuda parecían traducidos del inglés. “Lo malo es que él no sabe inglés”, apuntillaba. Se conocen en 1925 y sólo dos años después Cernuda ya es atacado por JRJ puesto que su libro Perfil del Aire le parece a este demasiado influido por Guillén.

Leyendo Do fuir, de Trapiello me encuentro con unas palabras de Cernuda:
Respecto a Valle-Inclán o Juan Ramón Jiménez diría que parecían tan atentos a sus propias palabras que no les quedaba tiempo para escuchar las ajenas, si no recordara que Machado, aunque hablaba poco, aún escuchaba menos.
Indago un poco y me encuentro con esto (unas cartas) y con esto (un Catedrático de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla.).

Con el tiempo, uno va atando cabos.


El síndrome Indiana Jones



Me sentí ridículo al equivocarme; pero me gusta que los aseos de los bares, pubs o restaurantes no tengan carteles o etiquetas muy claras sobre hombres y mujeres. Resulta que me siento intrépido cuando, sin tenerlo claro, me decido a entrar.